pero las vacaciones siempre nos hacìa regresar a la querida riobamba, los tres meses enteros, los paseos familiares, mi mamà llevàndonos atodo lado y mi padre viajando los fines de semana con su ànimo y protecciòn, mi juventud llegò entre helados, hornado, empanadas, la amistad eterna con mi primo querido nacìa, viajes, la primera borrachera, los primeros cigarrilos, las urgencias por un cuerpo femenino, càlido y dulce, todo empezaba.... tambièn ese cariño por mi prima especial, todos la tenemos, largas tardes de conversaciones bobas, novelas y juegoss, sin palabras que dijeran lo que pensabamos ciertamente, bueno es un dulce secreto compartido...
esa era la riobamba que vivì, graduado de colegio me apartè de ella, la universidad, la opciòn de salinas, sus placeres nuevos, la compra de una casa convertida en club por mis amigos y yo me hizo separarme de la frìa pero querida capital del chimborazo, la visitè poco, con amigos de acà, me aburrìa o querìa aburrirme, todo me resultaba chico o atrasado -era màs imbècil que hoy, ese tambièn era yo...- pero internamente sabìa que riobamba vivìa en mi corazòn y me habìa despojado de muchos de mis sueños, de mi vida, por eso la agredìa. los años pasan y las visitas disminuìan, ni a mis muertos, mis abuelas visitaba, siempre excusas metìa para evitar ir, alguna vez fui y ver a mis primos, a mis conocidos casados con hijos, familias enteras que venìan y yo desconocìa me dolìo, yo seguìa solo, con mucha compañìa eventual pero durmiendo solo, me jurè no volverme a exponer a almuerzos familiares recargados y tortuosos, a no conocer màs sobrinos de caras rosadas y sonrisas bobaliconas, todo me asqueba como al criminal la horca, pero este noviembre volverè... a reconciliarme con mis muertos que dejè abandonados y a perdonarme por mis pequeñas y grandes torpezas....